Siddhartha, el poeta musical mexicano, se entregó completamente a su público en un concierto sold out que mezcló la nostalgia de sus éxitos con el embrujo de su más reciente material, Miel de Azar, en una noche que rindió homenaje al Día de Muertos y a todo lo que significa esta celebración para el corazón mexicano.
Desde el primer acorde, el ambiente se llenó de una mezcla única de emoción y respeto; el público sabía que no era solo un concierto. Siddhartha, con una energía que parecía extraída de otra dimensión, comenzó a desgranar las notas de sus canciones con una delicadeza casi ritual. Cada tema nuevo de Miel de Azar fue recibido con asombro, como un regalo cuidadosamente elaborado y entregado en el momento justo. Canciones como "Paraíso Lunar" encontraron un hogar en el alma de quienes las escuchaban por primera vez, y una chispa de conexión se encendió entre el artista y su audiencia.
El cantante no solo ofreció lo nuevo, sino que también abrazó a sus seguidores con esas melodías que llevan años acompañándonos, como "Náufrago", y otros temas que se han convertido en himnos de toda una generación. En esos instantes, el tiempo parecía detenerse. El público cantaba a una sola voz, mientras Siddhartha, con su estilo siempre introspectivo y romántico, lograba crear un espacio donde el pasado y el presente se entrelazaban con perfecta armonía.
La escenografía, cuidada hasta el más mínimo detalle, parecía un altar en honor a los que ya no están y a la vida misma. Flores de cempasúchil y luces cálidas envolvían el escenario, otorgándole un toque etéreo y melancólico. Siddhartha, con la humildad que lo caracteriza, agradeció al público, recordando la importancia de esa conexión íntima y casi sagrada que crea la música, especialmente en un día tan simbólico como el Día de Muertos.
Cuando llegó el cierre, y los acordes finales resonaron entre las hojas de los árboles y el agua del lago, la despedida fue tan dulce como melancólica. Los asistentes, emocionados y con una sonrisa de esas que solo deja el recuerdo de algo mágico, se fueron sabiendo que habían sido parte de una noche irrepetible. En esta velada, no solo se celebró la música de Siddhartha, sino también esa dualidad tan humana y tan mexicana de recordar a quienes amamos y de celebrar la vida, aunque sea un instante.
En el Foro del Lago, la noche del 31 de octubre, Siddhartha nos recordó que la música también tiene el poder de conectar el mundo de los vivos con el de los muertos, y que en esas canciones, en esa poesía musical, nuestras memorias encuentran un rincón eterno para seguir vibrando.
Esperemos que el concierto que nos espera el día de hoy sea igual de majestuoso que ayer.
Texto Mariana Núñez
Fotografías Laura López
Video cortesía de Iván Badillo