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RUBIO HECHIZA EL LUNARIO

Foto del escritor: Mariana NuñezMariana Nuñez

una noche mágica que cierra un año de triunfos


La noche del miércoles 4 de diciembre, el Lunario del Auditorio Nacional vibró con una energía única y conmovedora. Rubio, la artista chilena que ha cautivado corazones con su estilo ecléctico y su inconfundible voz, ofreció un concierto que quedará grabado en la memoria de todos los asistentes. Fue una velada que desbordó emoción, arte y conexión.



Desde el primer acorde, la sala se llenó de una atmósfera casi etérea. Rubio, con su característico magnetismo, llevó a su público por un viaje sonoro que recorrió paisajes oníricos y sentimientos profundos. La combinación de su música —que transita entre el pop experimental, el folclor y la electrónica— y su imponente presencia escénica creó un espectáculo cargado de magia. Cada canción era como un hechizo, envolviendo al público en un trance colectivo donde la música parecía flotar en el aire.



El concierto también marcó el cierre de un año crucial para Rubio, quien recientemente celebró su primera nominación al Latin Grammy. Y esa noche lo dejó claro: el reconocimiento no es casualidad, sino el fruto de su autenticidad, de su incansable búsqueda artística y de su capacidad para transmitir emociones de una forma tan pura. El público, que no dejó de corear y ovacionarla, fue testigo de la pasión y el talento que hacen de Rubio una de las propuestas más cautivadoras de la música contemporánea.



Hubo momentos que hicieron vibrar a todos los presentes, mientras que temas más introspectivos crearon un espacio de conexión íntima, como si la artista hablara directamente a las almas de los asistentes. La producción visual y sonora, impecable en todos los sentidos, amplificó la experiencia y convirtió el concierto en un espectáculo que trascendió lo musical para convertirse en algo casi espiritual.



Rubio no solo cantó, sino que compartió un pedazo de su alma. El cierre del concierto fue un reflejo de todo lo que ha sido este año para ella: una mezcla de gratitud, nostalgia y esperanza por lo que está por venir. Su despedida, envuelta en palabras sinceras y en una energía que se sentía como un cálido abrazo, dejó a todos con el corazón lleno.



2025 se vislumbra como un año lleno de nuevas aventuras para Rubio, y no podemos esperar a ver qué sorpresas nos tiene preparadas. Con su potencial y su talento, estamos seguros de que no solo nos regalará nueva música, sino que seguirá cosechando éxitos y dejando una huella imborrable en la escena musical.



Esa noche en el Lunario no solo fue un concierto; fue un recordatorio del poder transformador de la música y del talento arrollador de una artista que está destinada a cosas grandes. Rubio no solo brilló: iluminó el camino hacia un futuro prometedor.



Texto Mariana Núñez

Fotos y cobertura Alejandro pozos zertuche



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