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MANUEL TURIZO CONQUISTÓ LA CDMX


El viernes pasado, la Arena Ciudad de México no solo vibró, palpitó como un corazón gigantesco al ritmo de la voz de Manuel Turizo. Lo que parecía ser un concierto más de pop latino se convirtió en una noche en donde la bachata, el perreo elegante y los corridos tumbados se fundieron en una misma euforia, y donde más que canciones, se compartieron emociones a corazón abierto.




Turizo nos dio un recorrido brutal por su historia musical, una que ha crecido con nosotros, desde aquellas primeras rolas que descubrimos en altavoces callejeros o playlists nocturnas, hasta los más recientes hits que ya están tatuados en la memoria colectiva. Sonaron clásicos como Una Lady Como Tú, y por supuesto, ese momento épico en el que “La Bachata” nos tomó por sorpresa, cantada con una pasión tan cruda y cercana que por un segundo sentimos que era solo para nosotros.



Pero como si eso no bastara, la noche trajo sorpresas que rompieron el esquema y nos recordaron por qué ir a un concierto no es lo mismo que escucharlo todo en casa. Una de las bombas más inesperadas (y más celebradas) fue cuando Turizo invitó al escenario a Xavi, ese joven fenómeno del regional mexicano que ha traído los corridos tumbados a la conversación global. El dueto entre ambos fue una locura: dos mundos, dos géneros, dos generaciones que se encontraron y estallaron en una ovación que retumbó hasta el techo.




No solo fue una colaboración sorpresiva, fue una declaración de que la música no tiene fronteras, y que si hay algo que une al reguetón, la bachata y los corridos es ese deseo de contar lo que arde, lo que duele y lo que se ama.


A lo largo del concierto, Turizo no dejó de bailar, sonreír, conectar. Tiene ese carisma que no se compra ni se finge, ese fuego en el escenario que se contagia. Y el público —de todas las edades, de todas las esquinas del país— respondió como si estuviéramos en una fiesta que no queremos que se acabe jamás.




Este concierto fue una muestra de que el pop urbano puede ser profundamente emocional, perfectamente bailable y absolutamente poderoso. Y que Manuel Turizo no solo es un cantante que sabe entregar un show, sino un artista que entiende a su audiencia, que la respeta y que le habla desde la piel.




Vale cada peso, cada paso, cada grito. Porque noches como la del viernes pasado en la Arena CDMX son el tipo de experiencias que se quedan con nosotros hasta el fin del mundo.




Fotografías y cobertura: Diego Vilchis

Texto: Mariana Núñez



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