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“LA FALACIA ROSA: EL CÁNCER TAMBIÉN ES UN HEADLINER”


Cada octubre, el mundo se pinta de rosa en todas las presentaciones posibles: listones en la ropa, globos, empaques de leche, anuncios en los paraderos y hasta conciertos con pañuelos en alto. Todo con la misma finalidad: “sensibilizar a la población respecto al cáncer de mama”. Pero, ¿realmente estas campañas logran su cometido o se diluyen como un flyer olvidado en la salida de un festival?


Nina Simone
Nina Simone

A más de 20 años de haberse lanzado, es necesario decirlo: el cáncer no es rosa. Llegó un octubre más y con él, el sinfín de maratones con lazos rosas y carteles dulces que invitan con una sonrisa a “checarte”. Sin embargo, las campañas bonitas no bastan: hace falta un verdadero trabajo de sensibilización. Porque sí, el cáncer de mama nos incumbe a todos: por cada 100 mujeres diagnosticadas, un hombre también lo es.


Peter Criss
Peter Criss

Los datos son demoledores: la OMS indica que el cáncer es la segunda causa de muerte en el mundo, y el de mama está entre los cinco más mortíferos. En México, es la primera causa de muerte en mujeres. El problema es que el diagnóstico suele hacerse tarde, en etapa 3 o 4, cuando las opciones de tratamiento ya son muy limitadas.


Entonces, ¿qué nos detiene? Probablemente dos cosas: el desconocimiento de los muchos factores de riesgo y el pudor. Porque más allá de los antecedentes familiares o la edad, existen variables como la obesidad, el sedentarismo, el consumo alto de alcohol o los anticonceptivos hormonales a largo plazo. Factores que no solemos vincular con el cáncer, pero que están presentes como un bajo eléctrico marcando el ritmo de fondo, aunque no lo veamos.


Kylie Minogue
Kylie Minogue

Y mientras tanto, la autoexploración sigue siendo una práctica poco común, aunque puede ser la diferencia entre detectarlo a tiempo o llegar tarde al escenario. El miedo a mostrar el cuerpo, la dependencia de la pareja para asistir a consultas o la simple costumbre de postergar la cita médica se convierten en silencios que, como en un concierto, pueden apagarnos de golpe.


Por eso necesitamos dejar de dulcificar al cáncer de mama. Ni es rosa ni debe tocarse sólo en octubre. Debe ser parte de nuestras conversaciones cotidianas, igual que hablar del nuevo line-up de un festival o de la próxima fecha de tu banda favorita. Así como compramos un boleto con meses de anticipación para asegurarnos de estar ahí, deberíamos agendar con la misma importancia nuestras revisiones médicas.


El cuerpo es el primer instrumento que tenemos, y cuidarlo no debería ser opcional. Porque la música no se disfruta igual si el público está incompleto. Porque queremos seguir levantando los brazos en un encore, cantando hasta quedarnos sin voz, bailando en un slam o coreando bajo las luces del escenario.


Olivia Newton
Olivia Newton

Hablar de cáncer de mama desde la trinchera de la música es también un acto de resistencia: normalicemos revisarnos, como normalizamos ir a un concierto. El cáncer se puede detectar y curar, pero también nos puede arrebatar la posibilidad de seguir viviendo esos momentos que nos salvan.


Si lo pensamos en clave de festival, el cáncer de mama es ese headliner incómodo que nunca pedimos en el cartel, pero que puede aparecer de sorpresa si no estamos atentos. Las revisiones médicas son como comprar tu boleto en preventa: si lo haces a tiempo, entras al show completo; si lo dejas pasar, los boletos se agotan y quizá ya no llegues al escenario. Y lo cierto es que nadie quiere perderse el concierto más importante: el de su propia vida.

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