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EL ARTE DE HACERSE ETERNA: 3 CANCIONES QUE DEFINIERON EL CORAZÓN SONORO DE NATALIA LAFOURCADE

Actualizado: hace 5 días


Hay artistas que pasan y hay artistas que se quedan. Natalia Lafourcade eligió quedarse, pero no sólo en la industria musical: se quedó en el pecho de toda una generación. Desde los días de Lafourquetina hasta convertirse en una de las latinas más premiadas por los Grammy, Natalia ha tejido una carrera donde la delicadeza, la raíz, la pasión y la rebeldía se abrazan como versos imposibles de olvidar.



Con 18 Latin Grammy y 3 Grammy anglos en la maleta —incluyendo el prestigioso Álbum del Año por Un Canto por México Vol. 1 y Mejor Álbum de Música Regional Mexicana por Hasta la raíz—, Natalia ha labrado su propio sendero con una mezcla exquisita de indie pop, folclore latinoamericano, bolero y espíritu punk de cámara. Es una artista que no grita, pero conmueve hasta los huesos.


Y en esa trayectoria luminosa y nostálgica, hay tres canciones que marcan el pulso exacto de su transformación:




1. “En el 2000” (2002, Lafourquetina)


Todo comenzó con un guiño dulce al caos: “yo te vi llegar, del brazo de un amigo”. En el 2000 es la génesis, la canción que nos presentó a una chica irreverente, que mezclaba el pop con guitarras eléctricas y una frescura a lo Julieta Venegas post-rock. Era el himno de una juventud que apenas comenzaba a ver el siglo nuevo. Con ella, Natalia nos tomó de la mano para decirnos: “sí, la música mexicana también puede sonar diferente”. Fue un grito adolescente, sí, pero también una declaración de libertad. La niña Lafourcade estaba por crecer.



2. “Hasta la raíz” (2015, Hasta la raíz)


Esta no fue sólo una canción: fue un terremoto emocional. Ganadora del Latin Grammy a Canción del Año y Grabación del Año, Hasta la raíz representa el momento en que Natalia dejó de ser promesa para convertirse en símbolo. Aquí ya no había rastros de la chica de rizos saltarines: era una mujer que abrazaba su identidad, que se dejaba atravesar por el amor y el desarraigo con una madurez brutal. La canción, coescrita con Leonel García, es un eco que resuena con cada ruptura, con cada regreso a casa, con cada raíz que crece aunque no la veamos. Es México sonando con guitarra, voz quebrada y dignidad.



3. “Tu sí sabes quererme” (2017, Musas Vol. 1)


Con Musas, Natalia dejó claro que lo suyo no era una moda: era un legado. Esta canción —una de las más celebradas de su repertorio— es una ofrenda a la música tradicional latinoamericana. En colaboración con Los Macorinos, Natalia se volvió intérprete de una nostalgia colectiva que no sabíamos que necesitábamos tanto. Tu sí sabes quererme suena como si Chavela, Violeta Parra y Agustín Lara hubieran decidido susurrar en su oído al mismo tiempo. Es romanticismo en su estado más puro. Y es también el momento en que Lafourcade dejó de mirar hacia dentro para mirar hacia el continente entero.



El presente es eterno: Natalia en Querétaro y CDMX


Hoy, Natalia no sólo representa lo más hermoso del repertorio musical latino: es una curadora de emociones. Y como buena alquimista del alma, su gira actual se siente como un ritual de sanación compartida.



El próximo 30 de abril en Querétaro y el 2 de mayo en la Ciudad de México, Natalia se presentará en dos fechas. Dos noches donde los corazones se romperán y se armarán otra vez, nota por nota, entre los acordes de “Nunca es suficiente” o “Mi lugar favorito”. Quien logre boleto, tendrá en las manos una entrada a una misa pagana donde lo sagrado es el amor, la tierra y la música bien hecha.


Porque Natalia Lafourcade no sólo canta canciones: construye refugios.





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